Quiero que seas verso,
en mi dulce poesía;
quiero que seas estrofa,
armoniosa en melodía;
quiero que vivas en mi,
en la noche y en el día;
quiero que tú me digas,
que perderme, no querrías.
Jamás oí esa voz,
quizás fue la lejanía;
jamás viví esa verso,
por más que me proponía;
jamás me pintaste la noche,
y cambiarla por el día;
jamás me diste ternura,
tampoco su analogía.